sábado, 30 de enero de 2010

EL SÍMBOLO DEL URBANISMO



En esas colmenas humanas que son las grandes ciudades modernas se ha roto el equilibrio razonable entre la obra artificial y los elementos de vida que generosamente nos brinda la madre naturaleza. Siguiendo los más variados rumbos en sus investigaciones, los urbanistas de todo el mundo han llegado a la conclusión de que es necesario reconquistar el aire, el sol y la vegetación para el ambiente de la ciudad moderna. Las teorías y realizaciones urbanísticas más opuestas concuerdan con el objetivo final consistente en asegurar la unión intima de la ciudad con la tierra viviente, dando amplia entrada a la naturaleza entre las masas inertes de la edificación urbana.

La ciencia urbanística ha puesto plenamente en evidencia que la utilización en la ciudad de los mas maravillosos e inesperados recursos de la técnica no debe ni puede excluir el aprovechamiento intensivo de los elementos naturales. La ciudad como el árbol no puede desligarse de la tierra que lo sustenta.

Pero de este error podemos por lo menos obtener una conclusión evidente y es que cuando la edificación compacta alcanza una extensión importante se produce en la ciudad un estado de desequilibrio que afecta profundamente la regularidad de sus funciones biológicas, vale decir, que hemos confundido progreso edilicio con desarrollo anormal o deformación patológica del organismo urbano. El progreso urbano no consiste en invadir ciegamente los terrenos con la edificación sino edificar conscientemente donde corresponde después de haber asegurado la formación y conservación del espacio en que debe dominar la naturaleza. Facilitando la entrada del aire puro y del sol vivificante al interior de las viviendas y de los barrios que se crean. Permitir que las viviendas de los seres humanos se amontonen desorganizadamente, en el medio de las impurezas de un aire cargado de humo y gases deletéreos y produzcan así ambientes antihigiénicos y nocivos a la conservación y mejoramiento de la especie, significa incurrir en un anacronismo que contrasta violentamente con el grado de adelanto a que ha llegado la civilización.

Felizmente la reacción salvadora provocada por el Urbanismo en estos últimos tiempos no ha tardado en propagarse por todo el mundo. Luchando al comenzar contra la rutina y el escepticismo, los urbanistas quieren que la vida entre con el aire y el sol en todas las viviendas y que el niño se desarrolle y vigorice en ambientes propicios en contacto íntimo con los dones y esplendores de la naturaleza. Todas las concepciones del Urbanismo moderno revelan esa preocupación fundamental. Desde la composición urbana de orden monumental hasta las más modestas organizaciones del tipo ciudad-jardín expresan hoy claramente que los espacios verdes integran todas las nuevas creaciones urbanísticas y penetran hasta en sus más sutiles ramificaciones como elementos de equilibrio de la obra artificial. Los sistemas de parques forman hoy, conjuntamente con las redes de tránsito, el esqueleto arquitectónico de la ciudad moderna. La reconquista de la ciudad por la naturaleza es una ofrenda promisoria de salud y belleza para el hombre de la urbe. Las generaciones futuras podrán apreciar los resultados del esfuerzo que ha prodigado el Urbanismo en esta cruzada de regeneración de las condiciones de vida de la sociedad humana.

La Dirección de Plan de Urbanización de Buenos Aires, creyendo interpretar fielmente el sentir de todos los que se preocupan por el perfeccionamiento de las aglomeraciones humanas, ha reunido en un sencillo símbolo de comprensión universal la expresión de los elementos naturales que integran el indiscutido ideal urbanístico. Realizado este paso inicial confía en la solidaridad internacional de nuestra causa para propiciar su uso y colaborar en su divulgación. Noviembre de 1934. CARLOS M. DELLA PAOLERA Director Técnico del Plan de Urbanización.


Noviembre de 1934.

CARLOS M. DELLA PAOLERA

Director Técnico del Plan de Urbanización.


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AIRE – SOL – VEGETACIÓN

El Simbolo del Urbanismo fue adoptado por unanimidad en el Congreso de Urbanismo de Besançon, Francia, en 1935, y posteriormente adoptado en el 1º Congreso Argentino de Urbanismo, Buenos Aires, 1935, y en el 1º Congreso de Urbanismo de Chile en 1938.


“La ciencia urbanística moderna ha puesto plenamente en evidencia que la utilización en la ciudad de los más maravillosos e inesperados recursos de la técnica no debe ni puede excluir el aprovechamiento intensivo de los elementos naturales. La ciudad como el árbol no puede desligarse de la tierra que la sustenta.”



Extracto del Manifiesto del Símbolo del Urbanismo, Noviembre de 1934,
Carlos M. della Paolera.

Catalina y los bosques de hormigón


Catalina y los bosques de hormigón
¡Vaya locura de función!

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Catalina es una niña que vive en su pueblo Valdemimbre, y como todos los días ayuda a su madre en las tareas de la huerta.
Pero un día llega a Valdemimbre "¿¡El progreso!?".
Un empresario de la construcción sin escrúpulos hará todo lo posible por destruir el bosque y construir allí una gran urbanización...
Catalina tratará de impedirlo...
Para ello visitará a diferentes autoridades, pero quienes realmente la ayudarán serán sus vecinos.
Una historia de actores y títeres dónde la participación de niñas y niños es decisiva para la resolución del conflicto.
Nota: "Catalina ylos bosques de hormigón" es también un libro prologado por Lolo Rico, Directora del programa de TVE "La Bola de Cristal", y publicado por la Editorial Cambalache, que permite descargarlo gratis desde su web (C/ Martínez Vigil, 30-bajo. Oviedo. Tel.: 985.20.22.92)


La Vereda Teatro: laveredateatro@gmail.com - 636.86.21.31 - 660.94.35.66

Vecinos al rescate del patrimonio

En la Ciudad de Buenos Aires / La obra de más de 44 organizaciones barriales

Vecinos al rescate del patrimonio

Movilizados para proteger edificios y monumentos, frenan demoliciones y logran cambios en la legislación

Diana Salinas Plaza
LA NACION

Una llamada, un correo electrónico, un mensaje en Facebook, un recurso de amparo. Sea por el medio que fuere, cada vez son más los vecinos porteños quienes alertan cuando algún patrimonio arquitectónico está en riesgo. Y logran salvarlo.

Se movilizan para lograr su objetivo: salvar edificios, monumentos, plazas y conjuntos barriales de alto valor histórico. Tanto es así que, en 2009, lograron que se abriera una Defensoría adjunta que recibe sus denuncias; que se sancionara una ley que modifica procedimientos legales para demoler edificios; que se frenaran demoliciones, y hasta que el gobierno porteño diera marcha atrás en los trabajos que hacía sobre algunos monumentos.
Estas iniciativas individuales muchas veces terminan dando forma a asociaciones más grandes. Ya hay más de 44 organizaciones en una red que funciona bajo el nombre de Queremos Buenos Aires.

Trabajo hormiga "¿Vieron que están vendiendo «el Castillito»? En el cartel, sólo explican las bondades del terreno como para construir", advirtió Andrea López, una vecina de Floresta. Fue ella quien observó el cartel de "Se vende" en "el Castillito", una espectacular casona que queda a la vuelta de su casa, en Dolores 438.

"Ana nos comentó. Llamamos a la inmobiliaria haciéndonos pasar por compradores interesados. Ahí nos confirmaron que una vez adquirido el inmueble se podía hacer cualquier cosa, incluso demolerlo", comentó Gabriel de Bela, uno de los vecinos que, junto con la asociación Salvar Floresta, inició el trabajo hormiga. Según contaron a LA NACION, consultaron en el Ministerio de Planeamiento Urbano si el inmueble tenía algún tipo de protección que evitara, por sus características arquitectónicas, ser demolido. Ante la negativa, iniciaron la movida para lograrlo. Esto incluyó recolección de firmas, reuniones, consultas a expertos, solicitudes de la protección necesaria, que se llama "catalogación", y diálogos constantes con la inmobiliaria, que generosamente aceptó la inquietud vecinal: cambiaron el aviso y expusieron las características de la propiedad, advirtiendo que se trataba de una casona en proceso de catalogación.

Otro caso es el de las escalinatas del cementerio de la Recoleta. Un vecino del barrio, integrante de la organización Basta de Demoler, paseaba un domingo por la zona y observó que parte de las escalinatas de la entrada de honor habían sido destruidas.
A través de denuncias a la Defensoría del Pueblo y correos electrónicos de protesta a arquitectos y vecinos, se detuvo la obra del gobierno de la ciudad que estaba construyendo allí rampas. Según argumentaron los vecinos, se podían construir en otros accesos, sin tener que demoler el valiosísimo mármol de Carrara de las escalinatas, construidas por Juan Antonio Buschiazzo en 1881.

En la mayoría de los casos, los vecinos acuden a la Defensoría del Pueblo. Pero cuando la demolición es inminente, presentan recursos de amparo y a veces ellos mismos inician el proceso de catalogación, que implica un prolongado trabajo.

"En Buenos Aires, la protección patrimonial pasó de ser un asunto profesional a una militancia de miles de vecinos", dijo Gerardo Gómez Coronado, defensor adjunto encargado de proteger la preservación arquitectónica, cargo inaugurado en mayo de 2009.
"Este cambio en la mirada de la protección trajo aparejado que se hayan logrado salvar innumerables edificaciones que corrían riesgo ante el mercado inmobiliario. En total, recibimos mensualmente un promedio de 15 a 20 denuncias de los vecinos. Y entre julio y diciembre, recibimos 100 consultas", detalló Gómez Coronado. "La participación vecinal hizo que en cada cuadra tuviéramos «inspectores», lo que trajo de la mano una especie de control."
"Todos los que estamos en defensa del patrimonio lo hacemos por pura vocación. Sentimos pasión por el lugar donde vivimos", expresó Patricia Barral, una de las vecinas de San Telmo que lideró la preservación de los adoquines en la calle Defensa, cuando una obra pública del gobierno de la ciudad intentó transformar el diseño de la histórica calle.
Producto de la acción vecinal, en 2009 se logró la protección de la casa del Virrey Liniers; la preservación del adoquinado de la calle Defensa, entre Independencia y Chile, en San Telmo; la preservación del conjunto barrial de Barracas; la conservación del estilo de la plaza Colombia.
La movida generalmente termina en la conformación de agrupaciones que ad honórem se dedican a recibir y gestionar los pedidos individuales o barriales. Así nació Basta de Demoler, Proteger Barracas, SOS Caballito, Palermo Despierta, la Asociación Amigos del Lago de Palermo y Salvar a Floresta, entre otros.

Respuesta en la Legislatura porteña Uno de los triunfos de la movilización vecinal fue, el año pasado, la sanción de la ley 3056, que amplió una norma vigente y determinó que todo edificio construido antes de 1940, en toda la ciudad de Buenos Aires, debe ser evaluado en sus características arquitectónicas y patrimoniales si se quiere demoler. Antes, eso sólo ocurría con los edificios ubicados en las áreas de protección histórica, en las que los inmuebles no pueden ser modificados. Pero en el resto de la ciudad, las viviendas de valor eran constantes víctimas del mercado inmobiliario. Los trámites de catalogación podían demorar hasta tres años.

jueves, 21 de enero de 2010

Buenos Aires, la ciudad que recalienta


Los expertos lo adjudican al fenómeno “isla de calor”, provocado por la escasa planificación urbana. Advierten que la ciudad se “tropicalizó” por la descontrolada construcción de edificios. El asfalto de las calles tiene cinco grados más que el de las zonas rurales.

Claudio Mardones
19.01.2010

Al horno. Donde antes había espacios abiertos, ahora hay edificios. Eso tiene consecuencias en el clima porteño. Aun para los que aman el sol.


Si la ciudad de Buenos Aires no regula y controla el incremento de sus edificaciones, su futuro será muy parecido al de un horno ardiente durante cada verano y por el resto de su existencia. La conclusión es compartida por la mayoría de expertos en clima que consultó la Agencia de Protección Ambiental del gobierno porteño para definir el primer plan de acción de la ciudad frente al cambio climático para 2030.

El documento fue presentado hace menos de un mes en la ciudad dinamarquesa de Copenhague, última sede global sobre el calentamiento de la tierra. Allí, el jefe de Gobierno Mauricio Macri entregó un texto que advierte que la versión porteña del efecto “isla de calor”, que azota a todas las grandes moles de cemento del mundo, genera temperaturas dentro de los barrios porteños que superan en 3,5 grados a sus alrededores, es decir, una temperatura diaria mucho más alta que la que se experimenta fuera de la avenida General Paz.

En el caso del asfalto, las mediciones superan en cinco grados la media anual de las zonas rurales, como si las calles y avenidas porteñas fueran un superconductor de calor que recorre toda la Capital y que concentra temperaturas cada vez más insoportables para los porteños.

Los dos datos que pasaron inadvertidos para la prensa, configuran, para expertos y funcionarios, el anticipo de lo que vendrá, es decir, una ciudad cada vez más caliente por no haber desarrollado a tiempo estrategias y mecanismos para enfrentar el viejo fenómeno descubierto en 1958 por el climatólogo inglés Gordon Manley, quien acuñó la expresión “isla de calor urbana” luego de relacionar la reducción de las nevadas, dentro de las ciudades inglesas, con el aumento de sus temperaturas internas. Los termómetros de la posguerra mostraron una tendencia que ha empeorado con el correr de los años: en verano las grandes ciudades encierran mucho calor y demoran días en liberarlo.

Medio siglo después, el modelo de isla de calor ya es un ejemplo ineludible sobre el funcionamiento del calentamiento climático en todo el planeta. El fenómeno está determinado por grandes cambios en el paisaje urbano. Donde antes había vegetación y espacios abiertos, ahora hay miles de edificios, calles e infraestructura urbana, tres elementos que cambiaron la tierra permeable de antaño por el asfalto y el cemento, dos hiperconductores de calor.

En el caso porteño, la isla de calor tiene un ciclo bien definido y ya no abarca a una sola zona, sino que se extiende a sus 203 kilómetros cuadrados. “Si no fuera por las brisas de la tarde que vienen del Río de La Plata, la ciudad estaría mucho más caliente”, analiza Osvaldo Canziani, doctor en Meteorología, investigador del Conicet y copresidente del grupo II del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) que ganó el Premio Nobel de la Paz en 2007.

Para este vecino porteño, la isla de calor ha cambiado y su temperatura aumentó. “En los 80 habíamos detectado que la isla térmica estaba en el barrio de Devoto, pero ahora todo ha cambiado”, advierte el experto. “En esos momentos, cambió la distribución inmobiliaria y desde entonces descubrimos que Buenos Aires se tropicalizó, es decir que tiene temperaturas mucho más elevadas y lluvias mucho más fuertes que en el pasado. De hecho, gracias a los edificios, la ciudad no sólo tiene más temperatura, sino que registra más lluvias que las que tiene La Plata y sólo por los edificios”, reveló.

Raúl Estrada Oyuela descubrió lo mismo. Como presidente de la Academia de Ciencias del Ambiente y diplomático especializado en negociaciones ambientales descubrió, junto a un equipo de arquitectos, que las paredes porteñas duplican la capacidad de concentrar calor que cualquier ladrillo refractario, preparado para evitar el calor.

Para Canziani, semejante mole de cemento promete más calor en el futuro y en cada verano. “Todavía no ha superado los 42,3º que registró en 1956, pero el fenómeno se agudizará en los próximos años gracias a la proliferación de edificios. De hecho, el otoño y la primavera no son más que dos extensiones del verano porteño”. Por lo pronto, las estrategias para evitar semejante proceso son un rosario de buenas intenciones.

¿Edificios con techos verdes?

Para los porteños que no se fueron de vacaciones, la isla de calor se trata de un duro calvario horneado por miles de edificios, por los 29 millones de metros cuadrados de asfalto que tienen sus avenidas y por un complejo sistema de transporte motorizado y subterráneo que multiplica el calor sin pausa.

Para la Agencia de Protección Ambiental porteña, es vital cambiar los tipos de construcción. En ese sentido la comuna analiza duplicar el arbolado, promover cubiertas verdes en edificios, experimentar techos y asfaltos fríos y reformar los códigos de Edificación y de Planeamiento Ambiental. El primero data de 1947 y el otro fue redactado en 1977.


Martes 19 de enero
Año I | Edición Nº681
Critica Digital

viernes, 15 de enero de 2010

Dicen que la Ciudad puede seguir creciendo, pero sin tantos edificios


La polémica por la construcciónPor: Nora Sánchez

Buenos Aires tiene mucho potencial, pero los expertos afirman que para desarrollarse no necesita crecer en altura. El debate se generó a partir de un relevamiento parcela por parcela del Ministerio de Desarrollo Urbano, publicado por Clarín el 3 de enero, que reveló que sólo el 23,4% de las 296.533 edificaciones de viviendas y oficinas tienen más de tres pisos. Los especialistas dicen que sería aconsejable aumentar la densidad de población de la Ciudad en las áreas donde se concentran los servicios y los empleos. Pero advierten que densidad no equivale a altura. En cambio, proponen recuperar edificios ya existentes o edificar pocos pisos, pero hasta el fondo de manzana.

"Es recomendable que algunos sectores de la Ciudad, los mejor conectados y comunicados, se densifiquen con el fin de concentrar vivienda y trabajo con servicios -sostiene el presidente de la Sociedad Central de Arquitectos, Daniel Silberfaden-. Hay que permitir que haya una ciudad dentro de otra y que convivan diferentes densidades, velocidades y usos, entremezclados y relacionados a través del espacio público. Hace falta repensar la Ciudad, pero cualquier plan debe reconocer la existencia de la Ciudad real, con sus fortalezas y debilidades. Y debe ser discutido de lo general a lo particular, desde los vecinos hasta los expertos, con consensos en pirámide de abajo hacia arriba".

"La Ciudad debería ofrecer zonas de mayor y de menor densidad -dice el urbanista Alberto Varas-. El problema es cómo se distribuye la relación entre edificios altos y bajos, porque el Código de Planeamiento vigente es genérico y no considera al entorno. Buenos Aires se presta para mantener bajas las áreas ya consolidadas, como Devoto o Parque Chas. Otras zonas, como Villa Crespo o Colegiales, pueden crecer con relativa baja altura, con edificios de tres o cuatro plantas. Porque densidad no es sinónimo de altura: un tejido compacto de construcciones de cuatro pisos da mucha densidad. También hay áreas sin desarrollar, como los bordes del Sur y el Oeste con la General Paz, donde se podrían hacer viviendas. Porque sería más conveniente que los que trabajan en Capital, vivan en Capital, para disminuir los costos de infraestructura y los traslados".

"En esta discusión tenemos que participar los vecinos, porque somos los primeros afectados y hasta ahora no fuimos tenidos en cuenta -reclama Santiago Pusso, de Basta de Demoler-. En los debates de urbanismo, siempre se privilegia la teoría pero no se tienen en cuenta las consecuencias para la gente. Hay zonas que por densificarse se han tornado incómodas de vivir, por eso muchas personas ser fueron a barrios del conurbano".

Margarita Charrière, ex subsecretaria de Planeamiento de la Ciudad y pro-secretaria del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo, también aboga por aumentar la cantidad de habitantes en áreas centrales. Pero advierte: "No necesitamos torres para aumentar la densidad habitacional. Hay modelos de ocupación del lote hasta el fondo de manzana, con patios y alturas bajas, con los que se consigue la misma densidad. Además, hace falta una ley de recuperación de edificios, para rehabilitar construcciones en desuso que fueron levantadas antes de que existiera el Código de Planeamiento y hoy están fuera de norma. Se trata de edificios vacíos que se podrían adaptar a usos actuales, lo que ayudaría a preservar la imagen de los barrios".

El arquitecto Fernando Diez, especialista en Desarrollo Urbano, observa: "Los edificios altos están desparramados en la ciudad y eso es un problema, porque se produce la segmentación del tejido, algo perjudicial tanto para las construcciones altas como para las bajas. La ciudad es heterogénea y hay que buscar una solución para cada área. Hay lugares donde está permitido levantar edificios y tiene sentido hacerlos. Y sitios donde ahora se permiten pero convendría prohibirlos. Los constructores compran terrenos donde ya existen los derechos de construir en altura, lo que pasa es que esos derechos no habían sido ejercidos antes. Entonces, para poder decidir estas cuestiones y cambiar la norma en función de la conveniencia urbanística, y no de los intereses particulares, hay que crear una neutralidad económica".

Según Diez, hay que crear un mercado de derechos de construcción. De esta forma, los dueños de propiedades en lugares donde se prohíba construir en altura podrían venderle los derechos de construcción perdidos a los dueños de las parcelas donde la norma empiece a permitir la construcción hacia arriba. Para ejercer el derecho a construir en altura, estos últimos estarían obligados a comprárselo a los primeros. Así se evitarían demandas al Estado por los cambios en la regulación.

"Más allá de la discusión sobre si densificar o no, hay que analizar cada área y buscar alternativas que mejoren la calidad de vida -dice Pusso-. Nuestra postura no es no a las torres, sino que hay que planificar la ciudad y preservar la identidad de los barrios".

http://www.clarin.com/diario/2010/01/14/laciudad/h-02119445.htm

lunes, 4 de enero de 2010

Antigua entrevista radial a SoS Caballito

En el programa 55 de la Bloguera radial se entrevisto a integrantes de Sos Caballilto, esto es de junio del 2009. Escuchenlo.

Programa 55 | Barone y Victor Hugo - S.O.S Caballito
Bloque 1:

Arrancamos leyendo el post Los Alcahuetes Silenciosos del blog Bolazos de los Medios, referido al "Periodismo independiente"

Conversamos con integrantes de la ONG S.O.S Caballito sobre diversos temas, básicamente la convocaotira a elección en las comunas que está siendo boicoteada por el macrismo.


http://lablogueraradial.blogspot.com

sábado, 2 de enero de 2010

Felicidades

Vecinos y amigos:

Quienes integramos SOS CABALLITO les deseamos lo mejor para el próximo año y los felicitamos por el éxito logrado en la lucha contra la instalación de un nuevo shopping en el barrio. El emprendimiento de 156.000 mts cuadrados que la empresa IRSA intentaba concretar en la Av Avellaneda hubiera destruido la calidad de vida de los vecinos en 10 cuadras a la redonda como sucedió en Saavedra con la construcción del Dot Baires. Nuestra denuncia ante las Comisiones de la Legislatura hacia fines del 2008 instaló el tema en los medios periodisticos. Con la masiva participación en las dos movilizaciones que realizamos en el barrio, la colaboración de los legisladores que siempre apoyaron nuestro reclamo y la presencia de los vecinos en la sesión de la Legislatura del 3 de Diciembre repudiando las NORMAS ESPECIALES, hicimos caer el proyecto de IRSA. No nos engañamos, volverán a la carga pero el año que viene encontrarán una Legislatura menos propensa a dar respuesta a las "solicitudes" de la especulación inmobiliaria

Brindemos con nuestras familias por los éxitos logrados y sigamos alertas en la lucha por la defensa del lugar que elegimos para vivir.

Muchas felicidades.

SOS CABALLITO
Mario Oybin