martes, 7 de febrero de 2017

CUESTIONES BOTANICAS


 
 
 
 

El  gobierno porteño cometió un error al comenzar a construir la nueva entrada del Jardín Botánico de la Ciudad. El error es doble, ya que por un lado se mandó como si fuera una plaza más y listo, y por el otro no consultó como debía por ley federal a la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos. La idea de que no percibieron que la entrada es parte de la declaratoria monumental, que se haya pensado que era "apenas" el entorno, sólo muestra las limitaciones del pensamiento municipal en estos casos. Francamente... La cosa es que la obra continuó, pese a que la Comisión que preside Teresa de Anchorena objetó lo actuado y objetó el diseño, que hace un ruido visual insoportable en el sereno entorno del parque. 

 

El Botánico fue creado por Carlos Thays –por eso lleva su nombre– como una suerte de plaza especial, centro de investigación y de trabajo en la novedad, a fines del siglo 19, de traer especies extranjeras de árboles. Uno se olvida, pero eso también fue tecnología y globalización, esencial para regiones como la nuestra abundantes en pastos y carentes de árboles. Un testimonio de la extensión de esta investigación y desarrollo es que uno vea nuestros campos cercados de eucaliptos y casuarinas, exactamente como puede ver los campos sudafricanos, uruguayos e indios. 

 

A este uso científico y tecnológico muy concreto, Thays le agregó el de ser una pieza urbana de lujo, un jardín con especies criollas y exóticas, una plaza de primer nivel. Por muchos años, el Botánico no estuvo ni siquiera cercado, porque funcionaba en el barrio como un parque más. Los canosos recuerdan –y recordamos– el viejo cerco de alambre tejido con postes de madera que se le colocó recién avanzado el siglo veinte. Era exactamente el tipo de cerco que se veía en las todavía abundantes quintas de Flores y Colegiales, una manera gentil de vedar de noche un parque al público, en años más civilizados algo todavía escandaloso. Por supuesto, esta amabilidad fue olvidada al instalarse la actual reja, tan vulgar.

 

Una gran tontería actual fue cerrar la entrada tradicional del jardín, la que da a Plaza Italia, y dejar como obligatoria la de Santa Fe, que siempre fue apenas un portón de reja. Al Botánico se podía entrar desde la esquina de Las Heras y Siria, desde Plaza Italia, desde la actual entrada sobre Santa Fe y sobre otra llegando a Siria, pero sobre Santa Fe. Muchos tenían la costumbre de ir y venir cruzando cómodamente el parque, que no era tratado como hoy, como una atracción turística con guías, sino como una plaza grandota y linda. 

 

Cerrar la entrada sobre Plaza Italia fue una tontería porque esa es la original, diseñada para hacer un pendant modesto a la entrada del Zoológico, más grandiosa con sus arcos triunfales. Ese acceso es más amplio y solía ser el lugar de trabajo de un señor mayor que, tal vez, fue el último fotógrafo de plaza de Buenos Aires. Era de los que sacaba en blanco y negro con una camarota de cajón y revelaba ahí mismo, con un tachito. Su técnica era improvisada, pero el resultado parecía un daguerrotipo de épocas perdidas.

 

Por supuesto, cerrando la entrada importante terminaron teniendo el problema de que la entrada de Santa Fe resultaba poco... presentable, poco PRO. Y terminaron también diseñando una nueva, guaranga y feroz, que se traga el lindo edificio de ladrillos rojos diseñado el ingeniero Jordan Wysocki. La entrada de reja enmarcaba el edificio, uno de esos toquecitos clásicos que los arquitectos de hoy ni siquiera perciben. Para peor, hay una torre, un "jardín colgante" sobre un óvalo de hormigón y un espantoso pavimento con hojitas, cosa de que nadie se olvide que entra a un Botánico. Con los materiales penosos que usa nuestro gobierno porteño, todo esto prontamente estará sucio y rajado. 

 

Ahora bien, el gobierno de la Ciudad prometió revisar el proyecto y presentarlo para que lo autoricen, pero los vecinos de Palermo y la Asociación de Amigos del Lago de Palermo no se quedaron tranquilos. Por eso llaman hoy a una protesta a las 19 horas para exigir que demuelan el bodrio y dejen el Thays en paz. La cita es en Santa Fe entre Armenia y Gurruchaga, frente a la entrada en cuestión.

 

Y hablando de cuestiones botánicas, el absurdo incidente de la tipa que se cayó en Independencia y Entre Ríos, mató a un motociclista e hirió a dos personas que iban en un auto, no es casual ni descartable. El punto clave a entender es que las tipas porteñas han sido y siguen siendo podadas de una manera simplemente suicida. Estos árboles crecen muy alto, no son particularmente fuertes y al cortarles las ramas de la manera chuza y bruta con que se hace terminan estructuralmente descalabrados, sin el equilibrio de peso y altura que necesitan. Se sabe que un árbol urbano no puede crecer con la copa al natural porque simplemente no entraría en una vereda, pero tantos años de encargarle las podas a cualquier ignorante que ofrezca el mejor precio está dando resultados como estos: un muerto y dos personas en un hospital.

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